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El tesoro escondido

Chimbote en Línea (Por: Fray Héctor Herrera - Reflexión del 27 julio del 2014) ) Jesús nos habla hoy en el evangelio de Mt 13,44-52, en parábolas o comparaciones: el tesoro escondido, la perla fina, la red, lo nuevo y lo  viejo, acerca del reino de Dios. 

Jesús parte de la realidad de su tiempo, ante las continuas guerras, algunos enterraban los tesoros en el campo para defenderlos de los invasores.

Él nos enseña que un hombre encontró un tesoro, vende lo que tiene y compra el campo. Del mismo modo que este hombre se desprende de lo que tiene para adquirir el campo, el discípulo, a de Jesús tiene que desprenderse de todo para encontrar ese tesoro que es Dios.

Y encontrarlo en los pobres, para ayudarles a superar su condición de pobreza con el conocimiento, que nace del profundo espíritu de Dios: enseñar al que no sabe y sembrar los valores del reino: la libertad, la búsqueda de la paz, de la dignidad.

El Papa Francisco, al visitar un barrio romano de Trastevere, nos recuerda en varias frases, como descubrir el tesoro que es Dios y los pobres: "Escuchar y acoger el evangelio del amor, para ir al encuentro de los hermanos en las periferias de las ciudades del mundo" "Todo comienza con la oración. Oración es escuchar la palabra de Dios, el pan de Dios".

El reino de Dios implica hacer nuevas todas las cosas. Trabajar y luchar junto con los pobres para superar su situación. Porque: "Los pobres son las piedras angulares para la construcción de la sociedad". El reino de Dios exige una economía más humana que tenga como centro a la persona: "Hoy una economía especulativa los hace cada vez más pobres y eso es inaceptable".

El reino de Dios es solidaridad. Sin embargo: "Hay quien quiere quitar del diccionario la palabra solidaridad. Les parece un taco y es una palabra cristiana"

Todos estamos llamados a ser los discípulos que van escribiendo la historia de ese reino del amor, que se construye desde el corazón de la familia. Ese amor madura y crece en el diálogo, en el respeto y la tolerancia. Que es posible crear un mundo más justo y solidario, que exige conversión, cambio de vida. Podemos ser constructores de paz,  que exige trabajar por la seguridad ciudadana e ir sembrando nuevos valores de amor a la vida y aprecio por la dignidad de toda persona humana.

El reino de Dios es un don para todos los que lo aceptan y lo descubren en la realidad y experiencia cotidiana de la vida. Nos presenta retos ante una sociedad  idolátrica del ego, del poder, del dinero,  que subyuga al ser humano como un objeto. Es allí frente a la deshumanización donde Dios nos invita a recrear la imagen viva de Dios que es el ser humano.

Cuando el ser humano se convierte a Dios y tiene en sus manos el poder de gobernar, tiene que tener la actitud humilde, alegre y positiva de Salomón, que no pidió riquezas ni bienes, sino sabiduría para saber escuchar y gobernar(1 Re.3,9-12).

Buscar el tesoro que es Dios, es cumplir su voluntad en las experiencias de la vida, pensar en esa inmensa mayoría de varones y de mujeres, de pobres que ponen su esperanza en los que tienen en sus manos la capacidad de decidir. La esperanza del pobre no puede ser defraudada. Dios nunca nos defrauda, somos los humanos quienes nos oponemos al proyecto de Dios: la verdad, la reconciliación.