Chimbote en Línea (Por: Fray Héctor Herrera Herrera OP) Adalberto había quedado ciego. Era paciente y decía: “He perdido la vista, pero veo con los ojos del corazón. Porque Dios no ve como los hombres, sino ve lo profundo de nuestro ser”.

Esto lo mantenía alegre y compartía su alegría con los nietos. Un día vi la luz del sol, ahora veo mejor. Para todos era una sorpresa su fe profunda en Dios. Y su realización como persona libre.

Un día Jesús, vio a un ciego de nacimiento. Sus discípulos pensaban que la ceguera era consecuencia del pecado de él o de sus padres. El evangelio de hoy de Jn 9,1-41 nos dice que Jesús actuó libremente, manifestando así la gloria de Dios. Él es la luz de la vida. Unta los ojos del ciego y lo manda a lavarse.

Y el hombre vio y creyó. De discapacitado se transforma en una persona incluida en su comunidad. Todos se sorprenden como un mendigo ha vuelto a descubrir la luz. Aún más las autoridades religiosas judías como los fariseos, se escandalizan: ¡Cómo ha podido ser sanado en sábado!. No les interesaba la persona, sólo se fijaban en normas que excluían la compasión y la misericordia de Dios. Y por eso estaban ciegos.

La soberbia y el orgullo oscurecen nuestra vida de saber corresponder y descubrir ese amor profundo que Dios nos tiene y nos hace perder la visión del amor a las personas, a la naturaleza, al sentido de la vida. El que había sido ciego llega a ser expulsado de la sinagoga, porque cuestionó la ceguera de los fariseos.

Él había comprendido que ser discípulo de Jesús, es reconocer su obra de sanación y dar testimonio, frente a la incredulidad y negación de los opositores: “Eso es lo extraño, que ustedes no saben de dónde viene y a mí me abrió los ojos. Sabemos  que Dios no escucha a los pecadores, sino que escucha al que es piadoso y cumple su voluntad(vv.30-31).

El que vio y creyó pasa por todo un proceso de maduración de la fe, porque dialoga con Jesús. Se acerca y escucha a aquel que le devolvió la luz.  Jesús nos enseña hoy a todos los creyentes a saber acercarnos, acompañar, escuchar y motivarnos a abrir los ojos del corazón a la realidad para descubrir que nos pide hoy la Palabra de vida y de luz para transformar las tinieblas del egoísmo y ver con la luz de Cristo: ¡cuán importante son las personas y la defensa de la vida! 

¡Cuánta valoración debemos tener por la creación, la solidaridad y el esfuerzo de  hacer que la luz de Cristo penetre en el corazón en tinieblas. El que había sido sanado, lo reconoce como profeta. Ahora como el Mesías. ¿Quién es para que yo crea?. Lo estás viendo (vv.36-38).

También hoy está a tu lado. Lo estamos viendo. Él nos tiende la mano para ver de nuevo, para ser más personas “como hijos de la luz”. Todos estamos llamados a “caminar como hijos de la luz: toda bondad, justicia y verdad son frutos de la luz” (Ef. 5,8-9).

Dios nos ha elegido como al pequeño David (1 Sam. 16,10-13), como a quien fue ciego para realizar su obra aquí y ahora: sembrar la justicia frente a las tinieblas de la injusticia, la honestidad frente a la corrupción, la verdad frente a la mentira. Descubramos juntos a Jesús, dejemos que El nos ilumine con su Palabra y nos comprometa a ser luz para el mundo. IV DOMINGO DE CUARESMA. CICLO A. D. 30.03.2014. JN 9, 1-41.