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Perspectivas para la economía peruana al 2014

Chimbote en Línea (Economía).- Este nuevo año es tiempo de pronósticos. Todos queremos saber qué pasará con la economía peruana y mundial. Existe un dicho que señala que la economía es la ciencia que explica mañana por qué las predicciones que se hicieron ayer no son ciertas hoy. Los economistas observamos tendencias generales, sin capacidad de pronosticar con precisión la evolución de ninguna variable. Veamos.

En primer lugar, sabemos que la economía peruana, al ser pequeña (0,39% del producto mundial) y abierta hacia el exterior, depende del contexto económico externo. Y ahí tres zonas son claves: Estados Unidos, China y la Eurozona, que están interrelacionadas entre sí. China, que es la “fábrica del mundo”, tiene como sus principales mercados a los Estados Unidos y a la Eurozona, ambas en proceso de desaceleración debido a sus problemas de sobreendeudamiento. El resultado es que le compran menos a China y, por ende, la “fábrica” compra menos materias primas a América Latina y, por tanto, al Perú. Entonces, el Perú exporta menos y crece menos.

No cabe duda de que el periodo de crecimiento fuerte de la economía peruana, ocurrido entre 2003 y 2012, se debió a dos factores: por un lado, la disciplina monetaria y fiscal; y, por otro, el impulso externo, derivado de una coyuntura internacional de excepción, caracterizada por altos precios de los productos mineros de exportación y el acceso a financiamiento foráneo barato.

Hoy se habla de una desaceleración, que significa que el mundo crece más lento. Lo que ha ocurrido es que, de los dos factores mencionados, se mantiene el primero, pero cambió el segundo. En términos prácticos, significa que la demanda externa por productos hechos en el Perú ha disminuido debido a dos razones: la menor demanda de China y la ausencia de una salida sostenible a la crisis de los Estados Unidos y la Eurozona. El resultado es incertidumbre, y en ese contexto cae la inversión, base del crecimiento. El mundo se está “encogiendo”.

Por lo tanto, como desde 2010 la economía mundial se viene desacelerando, la peruana ha seguido la misma tendencia. Ése es un dato. La pregunta es: ¿Continuará la desaceleración? Depende de varios factores. En primer lugar, la Reserva Federal estadounidense deberá definir si continúa o no con su programa de inyección de billetes. Parece existir cierto consenso en el deseo de reducirlo de manera gradual cuando la tasa de desempleo en el país del norte se reduzca a 6,5% y la economía crezca de manera estable. La mayoría de analistas apuntan a que esto ocurrirá a partir de marzo del 2014. La Eurozona está entrampada en un problema político, a pesar de algunas señales de recuperación. El Banco Central Europeo tiene que decidir si mantiene sus políticas de ajuste o las transforma en expansivas. Lo más probable es lo primero. Por su parte, China señala que sus tasas de crecimiento en los siguientes años se ubicarán alrededor de 7,5%, mucho menos que aquéllas mayores de 10% que prevalecieron en la primera década del siglo XXI. China apunta a cambiar su estrategia de crecimiento, para priorizar el mercado interno y no el externo.

Nadie sabe cuánto tiempo más durará el entorno externo desfavorable. Recuerde el lector que las exportaciones tradicionales se orientan a Asia, mientras que las no tradicionales, como productos agroindustriales, textiles, joyería y calzado, entre otros, se dirigen hacia los Estados Unidos y la Eurozona. Si las tres regiones se están desacelerando, es lógico pensar que la economía peruana seguirá la misma trayectoria, pues los mercados externos “se achican”.

La sensación de complacencia y optimismo cuando “todo va bien” impide notar los riesgos que están “debajo de la alfombra”.

Por su parte, el Perú mantiene una estrategia económica basada en el libre mercado y la apertura hacia el exterior; la inversión privada es el motor del crecimiento. Si el mundo continúa desacelerándose, algo bastante probable más allá de “hipos” temporales, es complicado esperar un crecimiento mayor de 5% en 2014. El pronóstico puede cambiar si China se acelera, Estados Unidos mantiene su programa de inyección de liquidez y la Eurozona soluciona sus problemas, pero ello es poco probable.

¿Qué implicancia tiene crecer 5% en lugar de 8%? Pues es similar a un automóvil que iba en una autopista a 100 kilómetros por hora y ahora lo hará a 80. No es malo. Sería perjudicial si se obliga al automóvil a avanzar a 100 cuando solo puede ir a 80. Por lo tanto, lo primero que debemos hacer es aceptar la menor velocidad de la economía mundial y no tratar de “forzar la máquina”, pues podemos malograrla. Forzar la máquina tiene riesgos. Por ejemplo: ¿De qué sirve inyectar liquidez o aumentar el crédito si la economía ya no crece a la velocidad anterior? Solo creará mayores vulnerabilidades.

Lo que pasa, en el fondo, es que “los buenos tiempos son malos para aprender”. La sensación de complacencia y optimismo cuando “todo va bien” impide notar los riesgos que están “debajo de la alfombra”. Sobreendeudamiento, brecha externa (importaciones mayores que exportaciones), disminución del superávit fiscal (ingresos mayores que gastos) son solo algunas de las vulnerabilidades que afloran en los “tiempos malos”. Veamos.

¿Para qué mantener un boom crediticio si el mercado externo está comprimido? En el caso de las cuentas externas, está claro que las importaciones siguen creciendo, mientras que las exportaciones bajan. El boom crediticio está comprando importaciones, aumentando la brecha externa. Más aún: exportar menos, combinado con el retiro gradual de la inyección de liquidez en los Estados Unidos, tendrá como resultado un aumento en el tipo de cambio. Por el lado fiscal, los ingresos, básicamente tributarios, caen porque la economía crece menos (existe una relación directa entre crecimiento y recaudación tributaria), mientras que los gastos no bajan.

El problema es que los desequilibrios pueden crecer si la economía mundial no se recupera rápido. Aceptar la desaceleración es la clave, pues pronto vendrán nuevamente buenos tiempos en el entorno externo. Lo que no sabemos es cuándo.

El complejo panorama político hace poco probable reformas en sectores claves como Educación y Salud. En esos temas podemos esperar algunos intentos, pero ninguna reforma profunda. Las reformas se hacen al comienzo de los gobiernos y no en la recta final, pues para ello se requiere altos niveles de credibilidad y aprobación, algo que se ha reducido.

En síntesis, menor crecimiento económico, menor recaudación y mayor tipo de cambio pueden ser los resultados más importantes del 2014. Si bien es cierto no podemos afirmar que los tiempos de cómo administrar la abundancia de recursos han terminado, sí es cierto que 2014 no será similar. Cautela será la palabra clave. (Fuente: http://revistaideele.com)