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Al concluir el Año de la Fe, iniciamos un nuevo camino

Chimbote en Línea (Por:  Mons. Ángel Francisco Simón Piorno - Obispo de Chimbote) En la Solemnidad de Cristo Rey del Universo, clausuraremos el Año de la Fe, que fue convocado por el Papa Emérito Benedicto XVI. Es el momento de hacer un balance de lo que ha sido para la Iglesia Diocesana ese acontecimiento.  En múltiples ocasiones, he dicho con toda claridad que percibo un debilitamiento de la fe y una desafección creciente a la Iglesia en muchos bautizados. Los escándalos que han sacudido a la comunidad católica a nivel nacional, tienen sin duda alguna que ver en este proceso regresivo.

Por otra parte, los violentos ataques a las obras eclesiales y a la persona del Obispo, que representa a la Diócesis, han destruido la fe, cuasi anémica de muchos católicos aquí en Chimbote; esto, que lamento, constituye para mí un aviso y una serena llamada por parte de Dios.

A pesar de todo, no solo continuamos amando a la Iglesia, sino que también creemos en ella. Fiados de la Palabra de Cristo, echaremos las redes con la seguridad que Él nos guiará a pesar de nuestras infidelidades y debilidades. En estos meses de turbación y desasosiego el Señor ha estado cerca de nosotros y hemos percibido diariamente su presencia.

El Año de la Fe marca un hito en el camino de nuestra Iglesia. Muchas veces nos sentimos como Pedro y los Apóstoles que empiezan a dudar y la barca, zarandeada por las olas, pareciera naufragar. Sin embargo, Jesús hace la travesía con nosotros. Él nos concede días de sol y de suave brisa, días en que la pesca ha sido abundante. También ha habido momentos en que las aguas se agitaban y el viento era contrario. El Señor parecía dormir.

Con la viva conciencia de que la barca de la Iglesia no es nuestra, sino del Señor, tenemos la seguridad que esta no se hundirá. Por eso una vez más repetimos: creo en la Iglesia, una, santa, católica y apostólica. Nada ni nadie podrá arrancar de nuestro corazón esta verdad.

Al concluir el Año de la Fe, iniciamos un nuevo camino, iluminado por Jesucristo luz del mundo. La seguridad de que Él lo hace con nosotros, suscita una gran confianza y nos llena de entusiasmo para anunciarlo como el Salvador y Redentor del hombre.

La fe en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, es sin duda alguna el don más precioso que jamás hayamos podido recibir. Cada día al constatar cuán vanos son nuestros esfuerzos, repetiremos como Pedro: no hemos pescado nada, pero en tu nombre seguiremos echando las redes. Remar mar adentro, esta es la consigna que se nos entrega y que ojalá cada uno de nosotros ayude a conducir la barca con su propio remo.