Del periodismo objetivo al periodismo basura
Chimbote en Línea (Por: Germán Torres Cobián) Aunque hay -aún entre los mismos profesionales de la información- quienes dudan de la objetividad del periodismo, el fundamento de este es la búsqueda de la verdad y el rigor informativo, en una palabra, la objetividad.
La prensa imparcial, desapasionada e independiente es enemiga de quienes detentan el poder, de los regímenes autoritarios y de las democracias limitadas. Incluso es mirada de reojo en las democracias supuestamente consolidadas.Quizá porque la prensa objetiva suele ser un reducto de la verdad sin la cual la condición libre del hombre no es posible.
Periodistas y lectores deben tener un propósito común: hacer que la verdad prevalezca, defender un periodismo comprometido con la verdad, rescatar el valor de los datos y los hechos comprobables por encima de los rumores… Porque la labor del periodismo objetivo es encomiable.
En los últimos tiempos ha sacado a la luz el asunto de las escuchas ilegales, los narcoindultos, el peculado en los colegios emblemáticos y demás faenones del último Gobierno de Alan García. Ha sido un equipo de periodistas objetivos y concienzudos los que han dedicado tiempo y desvelos a investigar las irregularidades financieras de Alejandro Toledo y las actividades ilícitas de muchos congresistas corruptos.
Estos son ejemplos claros de por qué en la sociedad peruana, tan proclive a la intoxicación y al rumor, es clave para la salud social, hacer buen periodismo, periodismo objetivo, el que persigue contar la verdad y no se dedica a la fabricación de historias morbosas.
Sin embargo, las sociedades siempre han padecido crímenes contra los derechos humanos, abuso de poder, incompetencia, prevaricación, peculado. Una metástasis cancerosa de creciente gravedad sobre la cual abunda un deseo perverso por parte de sus mentores, de encubrir tales hechos.
La corrupción y la delincuencia organizada se extienden como un submundo depredador y extremadamente dañino para la paz y la convivencia en cualquier clase de sociedades. Y al ocurrir esto, ni aún dentro del marco de un Estado de derecho la prensa y los periodistas se ven verdaderamente libres de una multiplicidad de coacciones contra el libre ejercicio de su misión.
Poderes políticos, económicos, criminalidad organizada y fundamentalismos religiosos coinciden en el propósito de que no prime la verdad sobre la ominosa realidad que desprenden sus actuaciones delictivas o deshonestas. Y de ahí la variedad de medios con los cuales se intenta silenciar a la prensa y los periodistas sin detenerse ante los más aberrantes.Censura más o menos solapada, presiones de todo tipo, encarcelamientos, torturas y agresiones físicas se producen diariamente en todas partes del mundo contra la prensa y el periodismo.
Hay otras formas más sutiles de silenciar a los profesionales de la información que buscan la verdad: atemorizarles mediante denuncias infundadas, negarles información sobre licitaciones, gastos corrientes, realización de obras con capital público.
Se ignora que la falta de transparencia en la gestión de un político y de cualquier servidor público está penalizada. Negar información es tan grave como robar el dinero del erario nacional.
Pero, los corruptos, las bandas criminales y quienes abusan del poder para hacer lo que les viene en gana nunca conseguirían sus propósitos si no contaran con periodistas genuflexos. Si hay funcionarios públicos corruptos es por la sencilla razón de que hay periodistas corruptos.
Todos creíamos que no volvería a repetirse la época del fujimontesinismo, siniestra etapa de la vida nacional en que se consumó el mayor servilismo del periodismo ante el poder. Estábamos en un error, en un considerable error.
EL PERIODISMO EN CHIMBOTE
El tipo de periodismo (por llamarlo de alguna manera) que practican en Chimbote los llamados locutores “comandos” es una nueva versión del periodismo asalariado del fujimorismo.
No es el clásico periodismo amarillo, sino que entra de lleno en una nueva categoría promovida y creada por ellos mismos, que podría denominarse “periodismo basura” y que está llegando a las más altas cotas de la perversión y tergiversación informativa.
Sus creadores son auténticos sicarios del periodismo. Son los que reciben información elaborada por los amos de los que depende su salario, la reelaboran con lenguaje populachero y la propagan como noticias relevantes y verídicas. Esta prensa entregada también se dedica a destrozar diariamente y sistemáticamente a quienes critican con fundamento las malas gestiones de aquellos que han comprado sus conciencias.
La capacidad que tienen de hacer el mal estos locutores de pacotilla es devastadora. En un día o en unas horas deshacen reputaciones, pueden transformar a alguien que tiene fama de ser honesto en un terrible malhechor. Se sabe que una versión muchas veces repetida puede crear realidad.
Estos también llamados “locutores vulgares” se han dedicado a eso. Sus estrategias parten del convencimiento de que, si una mentira dicha mil veces puede llegar a parecer verdad, una versión mil veces repetida también puede llegar a crear realidad. Ignoran, o lo hacen a sabiendas, de que el daño que se hace al verdadero periodismo, al periodismo objetivo y honesto es irreversible porque el ciudadano pone en cuestión el periodismo en general.