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Martin Luther King, un testigo de Dios

Este 28 de agosto creo que vale la pena pensar en los 50 años del gran discurso de Martin Luther King que lo dijo ahí en Washington y rompió la atadura de la esclavitud y la discriminación de los negros en EE.UU.

Cuando uno retrocede en el tiempo, siente mucho dolor, porque la realidad, no fue de tranquilidad, sino de permanente lucha, pero con paciencia, con esperanza, con sueños, el tiempo te dice, que tu acción fue valiosa e importante. Se puedo lograr. Esto fue lo que vivió Martin Luther King, hace 50 años. Un hombre negro, que desde su vivencia cristiano, pudo sostener la esperanza de todo un pueblo. Frente a una estructura de segregación de discriminación y de esclavitud.

Luther King, encontró la estrategia, la forma de construir un proyecto de emancipación. Tuvo la paz interior, pero sobre todo comprendió su misión y su objetivo. Se sintió útil, comprometido y animado a ser un instrumento de paz, para que otros, vean un nuevo amanecer.

Tuvo la intuición para comprender en qué momento actuar, en qué momento acompañar, porque la historia nos deja el espacio y el tiempo. Y Luther King logró entender que este era el momento, justo cuando más marcada estaba la diferencia y la presión, dijo: "tengo un sueño.

No era posible seguir mirando a sus hermanos en esa vida de esclavos, de sometidos, de marginados, de discriminados. El quería desde, todo punto de vista, una justicia y un cambio real, no solo pudo darse a través de una simple palabra, sino desde la misma construcción y participación conjuntas. Desde la coherencia, desde el mismo sentimiento de saber, que es necesario experimentar y exigirlo.

El mantuvo la claridad, entendió que Dios también mira, siente y es sensible al sufrimiento y padecimiento de toda su raza negra. El fue testimonio y testigo de cambio, pero desde su ejemplo contundente, desde su acción transformadora. Porque sabía, que aun en esta forma de luchar, tal vez no vea la luz, pero dejaría que otros sean los que disfruten.

Por eso mantuvo, entre los de su raza negra, esa esperanza. La exigencia interior, que es cristiana y humana, luchar hasta el final por nuestros ideales. Pero sin ningún tipo de prejuicio, sino en la confianza plena del hombre nuevo.

Al final hoy, después de 50 años, miramos la libertad con mejores condiciones para todos. La lucha de Martín Luther King, dejó una herencia. El supo, desde su concepción cristiana, mirar a una sociedad unida, donde las diferencias sean eliminadas, donde disfruten de un solo amor de Dios. (EVARED)

Por: Guillermo Siles Paz, OMI