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¿Quién es Jesús para mí? (Por: Fray Héctor Herrera o.p.)

Chimbote en Línea (Evangelio Dominical).- Quizás muchas veces nos han hecho la misma pregunta que Jesús hizo a sus discípulos ¿Quién dicen la gente que soy yo? Y damos diversas versiones acerca de Él. Pero la pregunta es más profunda y directa ¿Quién soy yo para ti? ¿Qué significo en tu vida personal y comunitaria? Uno de ellos, Simón responde “Tú eres el Mesías de Dios”.

Nosotros también lo reconocemos como el enviado de Dios, pero no comprendemos como Pedro, que ese Mesías tiene que sufrir. Y sufrirá porque el mundo social en que vivía y vivimos se construye en base al poder, situación social, arribismo, a la fuerza.

Jesús se nos presenta en el evangelio de Lc. 9,18-24, como el mensajero de Dios. El profeta que cuestiona todo desorden social que se basa en la injusticia y en el desprecio por el ser humano.

Jesús nos enseña que ser su discípulo es tomar su cruz: “El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, cargue con su cruz cada día y me siga” (v.23). Y allí está la clave del discipulado. Es caminar con Jesús y ser profeta, que anuncia que un mundo nuevo es posible: si nos amamos y respetamos, si construimos juntos un nuevo orden social en que el pobre y desvalido, sea tomado en cuenta como persona. Y si denunciamos el mundo oscuro del poder, de la corrupción, del ganar y subir, para ser testigos de la luz de Cristo.

Jesús nos pide definirnos, o estamos con Cristo o contra Cristo. Porque el valor de la vida es importante en el seguimiento. Una vida de entrega y de servicio. Una vida que nutra la esperanza de otros. Una vida que nos lleve a compartir con los demás, sobre todo en la familia.

La familia es el lugar privilegiado para encontrarnos con la persona de Jesús. Porque los padres son los primeros educadores de la fe de sus hijos. Cuando un papá ama y respeta a su esposa y ambos colaboran en la formación de sus hijos encuentran en Cristo, la fuerza y la sabiduría de Dios. Y pueden decirle: “Señor Jesús haznos padres generosos, dispuestos a escuchar, a amar, a orientar y guiar por el camino del bien a nuestros hijos. Haz que formemos hijos e hijas, capaces de vencer el temor, de autoestimarse para valorar a los demás, de crear un mundo de paz, que proteja la creación y todos los bienes que tú has creado. Haznos fuertes y solidarios, capaces de ser esa luz y sal de la tierra a la que tú nos invitas. Haz Señor que descubramos tu rostro a través de tu Palabra de vida, en la eucaristía, comida fraterna, que hace más profunda nuestra fe, para descubrirte en el rostro del pobre, enfermo, niño, a, joven, adulto, anciano. Tú estás allí en los que tocan a la puerta, en el pobre que muere de hambre”.

Cristo quiere que tú lo confieses con el ejemplo y testimonio de vida, en el gesto de compartir con esos ancianos que tienen hambre de pan y de Dios. A veces somos como Pedro creyentes y dubitativos. Y Jesús a tu lado para levantar tu mirada y confirmar tu fe.

Jesús camina contigo, quiere ser tu amigo, si te revistes de sus mismos sentimientos de amor y de misericordia. (Por: Fray Héctor Herrera, o.p.)