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Fidelidad y Amor (Por Fray Héctor Herrera o.p.)

Chimbote en Línea (Evangelio Dominical).-Los apóstoles son testigos de la resurrección. Su predicación les trae problemas con las autoridades judías, como hoy en día. Así le sucedió a Mons. Oscar Romero, por la defensa de sus hermanos campesinos. Y otros tantos testigos de la fe.  

Ante la orden de matar, está la voz de Dios.  Pedro nos enseña: “Hay que obedecer a Dios, antes que a los hombres”(Hech 5,29). Hermosa lección de fidelidad y de amor por su Maestro Jesús.
Como eran pescadores han vuelto a sus faenas diarias. Simón Pedro dice: Voy a pescar(v.3). Y como nuestros pescadores, han bregado toda la noche y no han conseguido nada. En ese momento; el resucitado; les pide comida; signo de cercanía y de amistad y cuando carecen de comida.

El resucitado los anima y nos dice: “Echen la red y encontrarán.”(v. 6) También nosotros en el camino de la vida, necesitamos desafiarnos tirar las redes y encontrar algo nuevo que dé sentido a nuestras vidas. Y como Pedro, no dudamos en encontrarnos con Jesús. Le da confianza, aunque lo hubiera negado. Y lo invita como a nosotros a sentarnos para compartir el pan. Una vez que le ha mostrado todo su amor, le llama a profesar una triple confesión de amor y de fidelidad. Y le encomienda el cuidado de sus ovejas.

Esta escena, está llena de fidelidad y de confianza. Es la misma pregunta que Jesús nos hace hoy a nosotros: ¿Me amas? Y es que el amor está cargado de fidelidad, de obediencia a la Palabra de Dios, de riesgo, aún de dar la vida por el Maestro.

Es la respuesta de la comunidad que reflexiona y acoge la Palabra viva de Dios, en todas las circunstancias de la vida. La palabra que confronta nuestra coherencia  y actitud. ¿Estamos dispuestos como Pedro y los primeros cristianos a proclamar al resucitado como el Señor de la vida?

Hoy en día, cuando en nuestra sociedad hay diversas maneras de quitar la vida a la persona humana, en especial a los pobres y excluidos. Nuestra predicación y testimonio tiene que ser la defensa de la vida, como el don más precioso de Dios. Y proclamar: Jesús es el Señor que defiende al pobre y a la viuda, al huérfano y al indígena, al cercano y al lejano.

Porque todo ser humano es imagen de Dios. Necesitamos recrear el mundo. Y poner el acento que Jesús  resucita, cuando las comunidades cristianas comparten en gestos de solidaridad con los enfermos, en los niños que se les apoya en la educación, en las clínicas y hospitales, donde varias religiosas y laicas están comprometidas en los programas de salud. En la oración compartida. Oremos por el Papa Francisco para que siga fortaleciendo la fe de sus hermanos.

Jesús resucita en los presos que son ayudados a rehabilitarse y trabajar con sus manos. Jesús resucita y afirma nuestra fe como a Pedro, Juan, Tomás y Natanael, cuando amamos desde nuestro corazón a Dios y al hermanos, cuidando el medioambiente, protegiendo la vida con la justicia y la paz. Es allí en los desafíos de la defensa  de la persona en todas sus formas, cuando confesamos a Jesús: Sí, Señor, tú sabes que te amo. (Por: Fray Héctor Herrera, o.p.)