La estación que se termina y las uñas que le arañan el traje

Chimbote en Línea.- Me arrastro por los últimos días del invierno. Me arrincono para que ese rayo de luz que tanto temo no llegue hasta mí. Llevo muchos días envuelto en mi viejo abrigo y en posición fetal. No quisiera que esta cómoda estación se termine. Luego sé, no habrá más que hacer.

Pero, en resumen, ¿qué hicimos todo este tiempo? ¿Qué hice yo estos meses que se aglomeran en mi espada calcinada? Pues, creo que, absolutamente nada. Nadie recuerda su paso por estos días llenos de arañas y humedad. ¿O solo hablo por mí?

Haciendo un recuento estoy en el mismo lugar donde he empezado. La misma canción, la misma ropa, la misma comida, los mismos malos hábitos. No hay bien efímero que haya pasado por debajo de esa puerta.

Y me obligo a escribir sobre ello. Me reto a mí mismo a hacer historias por mi paso sobre este mundo sin memoria. Pero, ya no puedo hacerlo más. Las palabras me huyen, me temen, ya no quieren jugar en mi vieja máquina. Y la pipa que no se ha vuelto a encender duerme y le da igual el día de hoy y el día de mañana. “Un poco de tabaco, señor”, parece decirme desde su claustro en algún cajón olvidado.

El tráfico y las luces encendidas han acabado con mi buen humor. No sé exactamente qué es lo que queda de mí ahora que se termina el invierno y comienza la nueva estación. Una que no quiero mencionar porque duele, arde, se nos acabó la estación más preciada y no hicimos nada durante su estadía, nos la pasamos hibernando y preocupándonos de hacernos el muerto mientras había tanto por vivir.

Tal vez me repita y lo mejor sea dejarlo aquí. Me haré el muerto un par de estaciones más. No me quitaré el abrigo, no dejaré que pongan sus manos en mi hombre y me obliguen a abrir los ojos. Es todo. Se acabó y todos le decimos: adiós, hasta el próximo año, viejo amigo. (Por: Víctor Pasco)

Foto: Zeballos

 

 

 

 

Comentarios

Comentar