“Gracias Jesús, porque en tu Iglesia nos acoges a todos, a santos y a pecadores”

Chimbote en Línea (Por: P. Segundo Díaz Flores) Del Evangelio según San Lucas (17,11-19). El Evangelio de hoy nos muestra a un Jesús que es inclusivo. Las personas buscamos mecanismos de exclusión para quienes consideramos inferiores a nosotros o que representan una amenaza potencial.  Así los leprosos del tiempo de Jesús representaban una amenaza para la salud pública, por el contagio que suponía la enfermedad y porque en ese tiempo era incurable la lepra.

Por ello estaba normado que los leprosos viviesen en leprosorios, refugios fuera de la ciudad, y advertir a los demás que tenía lepra: El leproso llevará los vestidos rasgados y desgreñada la cabeza, se cubrirá hasta el bigote e irá gritando: ¡Impuro, impuro! Todo el tiempo que dure la llaga, quedará impuro. Es impuro y habitará solo; fuera del campamento tendrá su morada (Lv 13,45-46). Sin embargo, los leprosos del Evangelio, cuando ven a Jesús no hacen caso de esta prescripción, y a voz en grito dicen: “¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!".

Jesús, se compadece de los leprosos, y les devuelve a la sociedad, pues  les envía a presentarse a los sacerdotes, quienes declararan legalmente que ya no están impuros, y que podían incorporarse a la sociedad que los había excluido por la enfermedad, quedando limpios de la lepra al obedecer a Jesús.

La emoción habrá sido grande de los diez leprosos, y quizá se olvidaron del que había obrado en ellos su curación, Jesús; sin embargo,  uno de ellos, un samaritano, el extranjero, regresó a dar gracias a Jesús, a dar gracias a Dios, lo  cual le valió su salvación. Los otros quedaron limpios externamente de la lepra, pero el samaritano además, quedó purificado, perdonado de una lepra más profunda, la lepra del pecado.

Hoy en día, también somos excluyentes con los demás, no nos juntamos con aquellos que pensamos que no son de nuestro nivel, o pertenecen a tal cual status, o simplemente somos muy selectivos con las personas. (Foto: Internet) 

Jesús ha venido a reunirnos en un solo rebaño, la Iglesia a todos, pobres y ricos, sanos y enfermos, varones y mujeres, niños y ancianos, a todos y entre todos los bautizados formamos la única familia de los hijos de Dios.

Seamos agradecidos a Jesús porque a través de la Reconciliación y de la Eucaristía, nos devuelve nuestra dignidad, no vuelve a incorporar en su amistad, aunque nos sintamos excluidos de ciertos círculos sociales, o el mismo sistema neoliberal salvaje, porque impera la ley del que más tiene, nos excluya, Jesús nos incluye dentro del círculo de sus discípulos, de sus amigos.

Que María, la Madre de Dios nos vuelva a mirar con amor de Madre para que nos mantenga unidos en un solo rebaño, en un solo pueblo, en esta Iglesia, desangrada muchas veces por el testimonio de sus hijos, pero que es la Casa de Dios y de los hermanos aquí en la tierra, y que nos acoge a todos, especialmente a los pecadores, perdonados por Jesús.
 

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