Volar con libros

Chimbote en Línea (Por: Ricardo Ayllón) El colegio Juan Velasco Alvarado de Santa Elena Norte, en Barranca, está al pie de una hermosa colina de arena, es nacional, tiene más de cuarenta años y cerca de 200 alumnos de secundaria. Todos han sido reunidos ahora en el patio para la apertura de su Plan Lector, para que pongan los cincos sentidos en uno de los objetivos más importantes de la formación humana: la lectura.

Siento, en lo particular, que una vida sin libros no es vida, que aquello que está más allá de lo real, donde la imaginación permite que coexistan mundos y personajes alternativos, es una de las mejores formas de sacarle provecho al tiempo, y, como han insistido muchos creadores en los últimos siglos, que el involucrarse en estos mundos es una manera eficaz de vivir más años de los que nos concede nuestra edad real. Por ello me parece válido el que los chicos de este humilde pero impetuoso colegio de un centro poblado de Barranca, hayan bautizado su Plan Lector con el conocido aforismo de Emily Dickinson: “Para viajar lejos no hay mejor nave que un libro”.

Aquí estoy ahora, detenido frente a ellos, en un estrado donde me siento distante intentando explicar lo que ellos parecen entender de sobra: que este viaje no solo es interior y no se produce únicamente en el momento de leer, si no que puede ser también un viaje real y posterior, pues los conocimientos que nos dan los libros son el mejor vehículo para embarcarnos en los sueños personales y profesionales.

Y digo que lo entienden de sobra porque en el desarrollo del programa me voy enterando que los chicos son campeones regionales y nacionales de declamación, de oratoria, de comprensión lectora, de teatro. Y esto lo demuestran frente a nosotros. Pequeños de primaria y secundaria interpretando con pasión a Vallejo, a Teodoro Rosales y Saúl Donayre, sus poetas locales. O presentando una pieza de teatro concebida junto a sus profesores, llena de un profundo mensaje humano. Aquí está el fruto de sus lecturas: aquel cuidado en pronunciar las palabras, esa memoria envidiable y su manera de engarzar ideas con sorprendente fluidez. 

Conmigo han llegado a esta fiesta del libro el narrador Félix Huamán Cabrera y los poetas John López, Ronal Marcelo, Andrés Torres Guillén y Saúl Donayre. Todos, a las órdenes de Fredy Arias, el director del colegio, de su plana docente, y del coordinador externo Juan López Morales, profesor, escritor y uno de los más férreos creyentes de que la cultura es la mejor arma contra el subdesarrollo de los pueblos.

Todo esto me convence que llevar literatura viva a los colegios del Perú es una verdadera responsabilidad. Uno en Lima prepara su maleta con libros tras el llamado de un grupo de estudiantes, y el corazón empieza a latir con fuerza. ¿Qué esperan los maestros y alumnos?, ¿qué noticias tendrán exactamente sobre los escritores que invitan?, ¿estaremos a la altura?, la oferta literaria que uno lleva ¿es lo que realmente esperan?

Ojalá haya satisfecho expectativas en este centro escolar. Muchachos y maestros pusieron su empeño en la apertura del Plan lector, buscaron apoyo de grupos culturales y editoriales pensando en su sueño de tener escritores en casa, y lo han conseguido. Pero lo que han conseguido también es encender en nuestro corazón la idea de que su interés es genuino; y ahora la llevaremos como un ejemplo, como un modelo a seguir en el resto del país.

Parto sintiendo que nada es más puro que la risa de estos chicos, y nada es más auténtico que las ganas de abrir sus libros y emprender pronto un nuevo vuelo; y es que –como ellos saben desde que empezaron a leer con pasión– el viaje al país de la lectura no tiene boleto de regreso.
 

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