Sobre gatos y encuentros surrealistas

Chimbote en Línea (Por: Víctor Pasco) Ella está recostada en su cama como cada tarde. Afuera llueve y el frío se deja sentir. Coloca el libro a un costado, mira por la ventana. Se sienta al borde de la cama, piensa que es hora de ir por un nuevo libro. Calza los zapatos y presurosa sale de casa.

Sube hasta la avenida, camina en línea recta hasta encontrar una librería. Es la incorrecta, no se encuentra el libro que busca. Así, de librería en librería, hasta llegar a una muy lejos de casa. Pregunta por el libro, pero tampoco se encuentra ahí. Duda un instante y ve dos personas extrañas entrar, ¿son extrañas en realidad?

Uno de ellos se acerca y le habla a la librera, ésta le dice si él puede ayudar a la muchacha a escoger unos cuántos buenos libros. Ellos caminan de un lado a otro buscando el libro indicado. Del montón se quedan con cinco, de cinco con dos. Ella duda y compra los dos.

Ellos dicen que se irán de ahí, se miran, miran la puerta, se vuelven a mirar y abren la boca esperando decir las palabras correctas, no lo hacen, vuelven a mirar la puerta y entonces ella le pregunta qué es lo que hará ahora y él responde que a ver una película, luego de pensárselo mucho, termina la frase con una invitación de ir con él y su amigo, espera a cambio una bofetada o un rechazo abrupto. Ella acepta la invitación. Los tres salen de la librería y se van a la casa.

En casa del chico hablan de libros y películas. Pasan el rato viendo videos de la película de Alicia en el País de las Maravillas y se aprenden la canción del no cumpleaños. Luego de un instante se animan a ver una película mientras cenan. Pero ella se siente mal y debe de irse.

Salen los tres nuevamente, ella sube a un taxi y se va. Ellos se quedan alucinados por todo lo que ha pasado, han intercambiado de números, pero tal vez nunca suceda lo que uno de los dos chicos piensa que sucederá.

Es de noche. Ella vuelve a los libros, habla con el chico de los libros. Algo dentro de ella le dice que lo acaba de suceder podría cambiar para siempre su vida, se deja llevar, va entrando a una realidad paralela. Al parecer han cruzado la calle la millonésima vez y ahora no están al otro lado de la pista, si no en algún otro lugar muy lejano.

Ha pasado un día desde que ella entró en la librería supuestamente incorrecta y sus sueños y expectativas de la realidad han cambiado.

Lo siguiente que escribe en el celular es: “¿Te parece si te veo a las 4 y 30 de la tarde como para caminar?”

Miro el reloj, falta media hora. Calzo los zapatos y salgo a su encuentro. Ella ya está ahí cuando llego. Caminamos tomados de las manos mientras la gente nos ve con extrañeza al caminar. Ella dice que no hay problema y nos vamos por toda la ciudad.

Ella me mira sentada cerca al balcón de un café. Canta muy sonriente la canción del feliz no cumpleaños y yo la observo. Trato de memorizar cada detalle, brindamos con el café y la tarde parece no tener fin.

Aún la observo como si estuviera viendo un cuadro donde casa objeto tiene un lugar exacto y predeterminado. Ella parte de ese cuadro, siempre lo ha sido y yo trato de adherirme a él.

Ahora sé, no existe final.
 

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