Tres publicaciones chimbotanas recientes

“La soledad de Sigfrido”, de Antonio Sarmiento.
 
El poeta chimbotano de larga residencia en el Callao, Antonio Sarmiento, vuelve a la carga con este nuevo libro en el cual, fiel a su espíritu irónico y desmitificador, ofrece algunos de los componentes de ese posmodernismo expresivo  que impregnó a la poesía de su generación, aquella que tuvo que asimilar los referentes relativistas que comenzaron a definir los contextos creativo y teórico de fines de los años ochenta.

Ficcionando y tomando como premisa los nuevos prejuicios culturales alimentados por la tecnología virtual, el autor nos remite a una ‘intriga cultural’ donde la Internet toma parte importante, poniendo como telón de fondo las controversias y divagaciones sobre el ocaso del libro.

En el centro de esta vorágine contemporánea, relumbra el libro de Andrea, poeta limeña a quien Sarmiento da vida para resolver la inquietud de sus intimidades temáticas a partir de un desarrollo cadencioso y altamente expresivo.

“La soledad de Sigfrido” nos entrega a un Sarmiento que parecía haber ofrecido sus principales hallazgos discursivos, pero que ahora, con este registro maduro y versátil, da cuenta de un proceso poético que aspira a la plenitud creativa.

“Trazo del tiempo. Viñetas”, de Amarildo Obeso Sánchez.

Reconocido ya en el ámbito local no solo por la calidad de su plástica sino también por su trabajo consecuente en la docencia y la promoción cultural, el artista Amarildo Obeso sorprende incursionando en el terreno editorial a través de un opúsculo que reúne dibujos monocromáticos, de trazo fino y fuerte carga surrealista.

Según el texto introductorio de la publicación, estas viñetas fueron planteadas inicialmente para el libro “Confidencia bajo sombra”, del poeta chimbotano Elmer Coral, lo que hace asumir que esta sea la razón por la cual cada viñeta venga acompañada de unos versos.

El artista se ha servido, en su generalidad, de rasgos humanos para plantear sus temas, con un discurso visual donde los personajes parecen asaltar el naturalismo inicial y ser condescendientes con la condición humana del observador.

Es lamentable, sin embargo, que la impresión de las viñetas sea un tanto difusa y éstas no se aprecien en su real magnitud. Aún así saludamos la buena iniciativa de Amarildo, pues gracias a ella las particularidades de su temática y de su imaginación llegan a más espectadores.

“El eco de un pantano”, de Mateo Durand Huachuronto.

Este es el inicio de uno de los más acariciados sueños del docente Mateo Durand: el de proyectarse a la comunidad chimbotana para crear consciencia de la urgencia de salvaguardar aquel santuario natural llamado Pantano de Villa María.

Pese a que se encuentra justo en el centro de la provincia (y quienes nos trasladamos con frecuencia de Chimbote a Nuevo Chimbote lo vemos y respiramos siempre), este pequeño pero importante hogar de aves, peces y plantas pasa desapercibido para la mayoría de chimbotanos.

Es por ello que Durand ha considerado que, si de crear consciencia se trata, hay que dirigirse a ese ser humano que todavía puede escuchar con atención y conseguir que prenda en su corazón un desinteresado amor por la naturaleza, me refiero al niño, quien conocerá las causas de la contaminación de los humedales, y la forma como aún puede brindarles una esperanza de vida.

“El eco de un pantano” tiene un lenguaje sencillo y esta es quizá la principal ventaja de su contenido. Ojalá llegue al corazón de nuestros ciudadanos y sea el inicio de una verdadera cruzada para la preservación de nuestro patrimonio natural.