La pesca como tema en la cuentística chimbotana

(Por: Ricardo Ayllón - El Ornitorrinco)

1. Precedentes

Siendo la actividad pesquera el principal motor económico-social de la ciudad de Chimbote, se hace inevitable el rastrear la relación de tal actividad como tema de creación literaria. A continuación, entrego un recuento cronológico acerca de la relación pesca-cuento en el corpus local, no sin menospreciar las relaciones pesca-poesía o pesca-novela, que serían materia de un rastreo posterior.

Para encontrar la punta de la madeja de la relación pesca-narrativa en la producción literaria chimbotana, es inevitable remitirse, como puntos iniciales de referencia, a “El zorro de arriba y el zorro de abajo” (1969), novela póstuma de José María Arguedas, y a “El caso Banchero” (1974), crónica novelada de Guillermo Thorndike, ya que gracias a estos dos libros Chimbote se convierte en un paraje visible dentro de la novelística peruana y universal.

Aclarando, eso sí, que con ellos Chimbote se hace visible solo como escenario de ficción (total o parcial), lo cual no es lo mismo a que se haga perceptible como espacio cierto de la actividad creativa.

Desde esta premisa, es importante entender que existe en Chimbote un corpus narrativo local de la pesca, interior, que empezó a expresarse de modo muy particular, incluso antes de la aparición de la novela de Arguedas. Los libros de cuentos que conforman este corpus son:

2. EvidenciasJulio Ortega - copia

“Las islas blancas” (1966), de Julio Ortega. Aquí la actividad pesquera constituye el eje temático del contenido. Ortega ofrece un conjunto de relatos que permite conocer a un Chimbote vivificándose en la marejada de la intensa y perturbadora actividad pesquera.

La calidad narrativa resultante y la forma moderna de narrar, son visibles y, además de vislumbrar a la pesca como un elemento íntimo hombre-mar, es posible identificar aquí un holgado manejo de la interpretación de tal actividad: desde puestas en escena a manera de estampas hasta verdaderos elementos de reflexión crítico-social.

Del mar a la ciudad - copiaEn “Del mar a la ciudad” (1981), Óscar Colchado Lucio diseña un conjunto inyectando –en principio– dos fenómenos resultantes de la pesca industrial: la temprana sobreexplotación marina y la consiguiente crisis coyuntural, tal como se colige del cuento que da nombre al volumen, en el cual el drama del pelícano Pico Largo manifiesta la ineludible presencia de la pesca marina como regulador de la vida del poblador chimbotano. No debemos soslayar, sin embargo, la presencia de lo fantástico como ocurre en “Vuelve la Moby Dick”, poniendo así un elemento novedoso a este tipo de narrativa.

En 1985 aparece “Huerequeque”, volumen de Rogelio Peralta Vásquez, quien en la variedad de escenarios presentados nos brinda las historias de Daniel Placencia y Herman Castillo, protagonistas de los cuentos “Justicia de un solo ojo” y “Pescador de pesadillas”, respectivamente, quienes viven experiencias diferentes con referencia a la pesca.Huerequeque - copia

Empero, el primero es sin duda y temáticamente, más atractivo, pues Placencia, que es el típico personaje andino llegado a Chimbote a hacer dinero, se encuentra con la pesca industrial como una alternativa de subsistencia y sobrelleva los momentos típicos de ésta: la adaptación al mar, la bonanza, los vicios y la consecuente debacle debido a la extracción desmedida; un proceso que, sin embargo, solo es pasajero dentro de la totalidad de la diégesis; mientras que el segundo cuento, es de corte fantástico y se aboca a un incidente cuyo contexto es ese tipo de pesca artesanal que se realiza con cordel desde un muelle.

En el año 2001, y póstumamente, aparece un libro importante dentro de este panorama, “Anchoveta de oro. Cuentas y cuentos”, de Rogelio Peralta Vásquez, cuyo expresivo título plantea un “arreglo de ‘cuentas’” con el crítico panorama de la pesca industrial y donde resulta justo destacar la rotunda voluntad de denuncia de esta actividad en el cuento que da nombre al volumen, el cual –en su parte más intensa– es “narrado” a bordo de una lancha de manera descarnada, pretendiendo evidenciar cómo ésta se realiza en condiciones casi inadmisibles, dejando a la trama como un elemento secundario en el resultado final.

Otros dos cuentos dignos de mención en este rápido recuento, son “María en el puerto” (2001, publicado individualmente como plaqueta), de Sixtilio Rojas Gamboa y “Con la piel del crepúsculo”, de Gonzalo Pantigoso, incluido en el libro “Lindero prohibido” (2006). Los dos, coincidentes en su factura fantástica y el protagonismo de pescadores artesanales (ya no industriales como lo visto anteriormente), pero con elementos que los diferencian claramente: un leve roce con la crítica social en el cuento de Rojas Gamboa, y el clima netamente surrealista y fantástico en el de Pantigoso.

Más allá de estas piezas narrativas, es importante hacer notar una de Colchado Lucio publicado en la antología “Tiempo de pesca. Antología narrativa de Isla Blanca” (2005). Se trata de “El primer pescador”, magnífica leyenda concebida por la imaginación de nuestro narrador y confeccionada a la manera de un relato fantástico, lo cual le confiere doble valor, pues, a partir de la aparición de una sirena en un puerto de pescadores, apuesta finalmente por la moraleja social.

Este acto de recrear y/o inventar leyendas, podría ser una labor mejor desarrollada si tomamos en cuenta un libro importante publicado por la profesora Rosa Leythón Vera, “Leyendas de mar y arena” (2005), conjunto que reúne una gruesa recopilación de historias fantásticas brindadas por jóvenes estudiantes porteños, el cual nos permite celebrar el prometedor imaginario local dentro de las perspectivas proporcionadas actualmente por la literatura de Chimbote.

Julio Orbegozo RíosA principios de la década del noventa, Julio Orbegozo Ríos traslada también la pesca a la ficción en algunos de los cuentos de sus libros “Brumas sobre el puerto” (1990) y “Los cutreros” (1993), respectivamente. Sin embargo, se trata de textos con un acabado gramatical deficiente y que, en ciertos casos, hace imposible la lectura. Sin embargo, hace poco, en el año 2010, ‘limpió’ algunos de estos cuentos y los incluyó en la colección narrativa emprendida bajo el título de “En busca de un lugar”, de los cuales entregó dos tomos.

En el primer tomo hay una sección titulada “Del mar venimos…”, donde el tema de la actividad pesquera está presente en los cuentos “La tortuga” y “El patrón Huanchaco”; mientras que es accesoria (pero no deja de estar presente) en “Pingüino” y “Los cutreros”. La mayoría de textos de Orbegozo Ríos van detrás del precepto moral, y estos no son la excepción.

En las dos primeras historias, tras la anecdótica sostenida en lo ocurrido con un joven grumete y un patrón de lancha, hay evidentes lecciones de vida, tal como ocurre con los jóvenes cutreros (ladrones de pescado en el muelle), personajes de los otros dos cuentos, quienes, sobre la base del drama íntimo y social, protagonizan conmovedoras realidades de marginación y desamparo.

3. Roces

Otros cuentos rozan fugaz y/o indirectamente la actividad pesquera, haciendo de ésta solo una suerte de telón en la atmósfera de tales historias, y, sin embargo, considero importante apuntar esta condición de complementariedad para reforzar lo repasado hasta el momento.

En Desasociego (sic), de 1994, Brander Alayo Alcántara ofrece “La mariposa de fierro”, relato que se mueve alrededor de las vicisitudes de Moje, un chofer de volquete que traslada pescado. Aquí la descripción del muelle de Chimbote es un retrato fidedigno de una labor ruda como la pesquera, sobre todo desde una actividad accesoria, sacrificada y permanente, como la que se realiza en el muelle.  

En los libros “Todo por amor” (1998) y “El último galán de la noche” (2000), de Marco Merry, aparecen dos cuentos que coincidentemente acuden a la imagen del pelícano (a la manera de Colchado en “Del mar a la ciudad”) para pretender una crítica social de las secuelas producidas por la pesca industrial y sus efectos de inadaptación social del hombre andino, contaminación ambiental y pobreza social y cultural. Es cierto que aquí la pesca no está presente de manera evidente, pero la presencia del pelícano como elemento marino desterrado sirve para concebir con mayor facilidad la situación social dramática originada por la actividad pesquera local.

“Batalla perdida”, cuento perteneciente al libro “Avenida indiferencia” (2005), de Augusto Rubio Acosta, combina ficción y realidad dentro del mismo contenido, y en él se entremezclan narradores relacionados con la actividad marítima. Se trata de personajes tripulantes de un barco acoderado –en algún momento–, en el muelle 1 A de Chimbote, ciudad de la cual se puede percibir “sus fábricas nauseabundas”.

Del breve volumen “Camino a los extramuros” (2005) de Ítalo Morales, extraigo el cuento “El Minotauro y el laberinto”, donde el protagonista se siente en la necesidad de alquilar una lancha pesquera para ejecutar una empresa personal relacionada con su alucinada concepción del puerto de Chimbote. Un pescador es coprotagonista de lo narrado, y es perceptible, en su modo de dialogar, indicadores del entorno pesquero al cual pertenece.

En “Sucedió en Chomborotón”, cuento que integra el volumen “Espina de pitahaya” (2006), de Leónidas Delgado León, se respira también el ambiente del muelle de Chimbote (ciudad rebautizada aquí como ‘Chomborotón’) que es el marco para que el candidato presidencial Alforjaines Talego (¿Alejandro Toledo?) motive un encuentro con pescadores y trabajadores. Este encuentro, narrado con tono picaresco, sirve para reconocer la personalidad descreída e irreverente del pescador, quien públicamente pone en ridículo al candidato presidencial.

Finalmente, en el libro infantil “Aventuras de la mariposilla” (2011), de Brander Alayo Alcántara, la pesca como actividad en los cuentos “El naufragio” y “El pez y el niño” no está identificada precisamente con la realizada en Chimbote, pero es perceptible sin embargo la influencia de ésta para el desarrollo imaginario del autor. Ambas son historias de aprendizaje, de mensaje de vida, pero con un temperamento más universal.

4. Coda

Luego de que Chimbote mostrara una dependencia casi absoluta de la actividad pesquera la época en que empezaron a aparecer sus primeros libros de cuentos (tal como se aprecia manifiestamente en “Las islas blancas”), la ciudad ha diversificado su actividad en las dos últimas décadas, y de ese modo ha adquirido un carácter cosmopolita, con lo cual la pesca como presencia temática se ha reducido y se ha hecho difusa.

No obstante, me pareció necesario anotar esta presencia, este transcurso, para precisar las coincidencias de lo que ocurre en la realidad con lo que sucede en el imaginario de sus cuentistas; y especifico que se trata de los cuentistas pues, en un próximo artículo, veremos que lo acontecido con los novelistas es otro tipo de proceso.