Jaime de Montreuil: un merecido homenaje

(Por: Germán Torres Cobián)  Tengo recuerdos  de una precisión casi fotográfica sobre Jaime de Montreuil Morales. Pasaba con sus hermanos junto a mi hogar todas  las mañanas para dirigirse al Colegio “Antonio Raimondi” donde hizo su Educación Primaria. Transcurría la primera mitad de los maravillosos años 60.

ramon castillaDespués coincidimos en la Gran Unidad Escolar “San Pedro”, donde empezó sus estudios de Secundaria cuyos tres  últimos años terminó en el Colegio Militar “Ramón Castilla” de Trujillo.

Nacido en Lima el 15 de mayo de 1952, hijo de don Guillermo de Montreuil, trabajador de Siderperú, y de doña Nelly Morales, Jaime había egresado en 1973 como álferez de la Fuerza Aérea Peruana (FAP) y había obtenido el Ala de Oro de su promoción. Se nos marchó prematuramente el 10 de abril de 1973 en un vuelo de prácticas, mientras sobrevolaba el cielo de Chimbote y Samanco pilotando  su caza Mirage.

Desde muy joven, Jaime  tuvo  una gran personalidad y puedo decir que pertenecía a esa clase  de personas a quienes se les llama inteligentes.Recuerdo que algunas veces conversé con él, mientras íbamos juntos al “San Pedro”.

Era difícil apartar la mirada de sus ojos o distraer la atención hacia otra parte mientras dialogaba. Sus opiniones  -siempre de una sensatez adulta para su joven edad-, te atraían sin remedio. Cuando se cansaba de estar serio, acentuaba la cara de niño que poseía, y con una anécdota o un chiste, relajaba las conversaciones.

Duele pensar que no tuvo tiempo para despedirse de nadie. Mediante un amigo común, recibí en Madrid  la noticia de su muerte,  y el flash back de nuestras charlas amistosas resurgió de pronto en mi mente, porque por encima de todo, en el poco tiempo que le conocí siempre admiré sus cualidades humanas  y su  magnetismo personal.

El absurdo, la injusticia que supone toda muerte, se acrecienta cuando el que nos deja es  un hombre de 26 años, amigo, con todas las posibilidades del mundo por delante. Estaba en la vanguardia de su promoción en la FAP, y su deceso fue algo para no creer. Profesional cuidadoso y consciente, la causa de su muerte podría decirse que fue por azar,  o por cualquier otra circunstancia, menos debido a  sus cualidades profesionales.

Jaime era una persona interrogante por naturaleza, analítico y exigente consigo mismo, y sirvió de mucho para otros que hoy le recordamos  con mayor sufrimiento que nadie. Creo que no hay derecho para que un hombre de su calidad haya visto frustrado todo un mundo de proyectos, de ilusiones, de deseos, porque Jaime de Montreuil no había hecho más que vislumbrar la vida. Cervantes dejó escrito que “lo único que no puede hacer un hombre es dejarse morir sin más ni más”.

Habría que ampliar la frase diciendo que lo que no puede es morirse un hombre sin más ni más  sin que su  presencia perdure en la memoria colectiva.Pero su muerte ha sido sólo física porque el sigue vivo, dolorosamente vivo, en la mente y en el corazón de todos aquellos, muchos, que le conocimos; preferentemente  sus amigos de la IV Promoción (1967-1968) del Colegio Militar “Ramón Castilla”(CMRC) de Trujillo y  quien apresuradamente escribe estas líneas como un obituario tardío.

Sin embargo, esta semana tenemos un motivo  para alegrarnos por Jaime de Montreuil Morales. Sus compañeros ex cadetes del CMRC, han organizado un Programa en torno a su figura y a la del Mariscal “Ramón Castilla”, tres veces presidente del Perú,  héroe de las Batallas de Junín y Ayacucho, abolicionista de la esclavitud y el tributo indígena, y uno de los mejores jefes de Estado que ha tenido nuestro país.

Este programa se ha venido preparando con varios meses de anticipación y  sus actividades centrales serán la develación de una placa en memoria de este chimbotano de corazón en el Aeropuerto de Nuevo Chimbote que precisamente lleva su nombre,y la inauguración  de un busto de don Ramón Castilla Marquezado en Nuevo Chimbote.