Elizabeth Taylor: una estrella para la eternidad

(Por: Germán Torres Cobián ).- El 23 de marzo ya hace un año que  falleció la bellísima actriz Elizabeth Taylor. Valga la oportunidad para comentar algo sobre  quien fuera la reina indiscutible del Hollywood de los años 60 y cuya imagen quisieron para sus películas todas las productoras y muchos directores de cine de aquella época.

Una conocida revista neoyorquina la presentaba junto a Jacqueline Bouvier (la esposa de John Kennedy), con la siguiente leyenda: “Las dos reinas de América”. Esa inolvidable década cubrió de fama a Liz Taylor.

Era la novia de América y se convertiría  en  “novia del mundo”, por lo menos si hemos de calibrar su popularidad por el espacio que ocupó en la prensa, la cantidad de gente que veía sus películas y  los chismes que llegó a provocar. Los estudios de Hollywood lanzaron a todos los vientos a esta nueva diosa del cine (Marylin Monroe lo había sido en los años 50) que deslumbró al mundo con un rostro que no se parecía al de  ninguna otra actriz y con unos bellísimos ojos violetas, únicos en las pantallas cinematográficas.

Elizabeth Taylor pasó a ocupar en el firmamento estelar cinematográfico un puesto de privilegio cuando la Twenty Century Fox la eligió para personificar a la más legendaria de las reinas, en la superproducción “Cleopatra” (1960-1963), papel que antes habían interpretado Theda Bara, Claudette Colbert, Vivien Leigh y Sofía Loren (en una mediocre farsa italiana llamada “Noches de Cleopatra”),  y ya en el terreno de la pura insensatez, la pelirroja Rhonda Fleming en un subproducto fílmico  titulado “La serpiente del Nilo”. Según las crónicas de esos tiempos, la “Cleopatra” de Liz Taylor estuvo a punto de provocar la ruina de  la Fox, a causa de los múltiples aplazamientos que supuso un rodaje en la que la Taylor cobró un millón de dólares, el  más alto honorario de entonces. Durante la filmación de esta película, Richard Burton (que hacía de Marco Antonio) se enamoró de ella y poco después se casaron.

Su labor cinematográfica fue extensa; actuó desde niña con los mejores actores y directores de Hollywood. Obtuvo dos Òscar por sus notables  trabajos en “¿Quién le teme a Virginia Woolf?”  y  “Una mujer marcada”; y fue nominada innumerables veces por  otros papeles. Era una intérprete extraordinaria que bordaba sus actuaciones.

Después de retirarse de los platós cinematográficos, se dedicó a poner la voz a documentales y dibujos animados de la TV; pero su mayor tiempo lo consagró a múltiples actividades benéficas para la lucha contra el SIDA. Lo empezó a hacer desde 1985, año en que Rock Hudson, uno de sus mejores amigos, murió a causa de esta enfermedad. Con él había filmado la grandiosa película “Gigante”.

Recuerdo que las crónicas de entonces decían que durante el rodaje de este filme se produjo un curioso triángulo amoroso entre Liz Taylor, Rock Hudson y James Dean (también protagonista de esta grandiosa realización de George Stevens). Liz Taylor amaba al aparentemente varonil Rock Hudson, pero éste no le hacía caso porque estaba enamorado de James Dean, quien a su vez  estaba embelesado por la Taylor. Como se sabe, Rock Hudson era gay.

La deslumbrante vida de Liz Taylor parecía pronosticada por el título de uno de sus filmes, hecho cuando era adolescente: “La chica que lo tenía todo”. Porque lo  cierto es que nunca le faltó nada. Desde joyas carísimas, maridos millonarios que se deleitaban complaciendo en público el menor de sus caprichos, hasta aquella extraordinaria belleza que nunca la abandonó.

Pasó unos años de gordura infamante y otros en el mundo ficticio del alcohol; se bebía diariamente una botella de whisky Jack Daniel’s. Pero superó esas compulsiones gastronómicas y etílicas y regresó con mayor éxito a las crónicas mundanas y a las revistas del corazón; más sobria,  esbelta y bella que nunca. Dueña de una personalidad única, desafió la moral hipócrita imperante en la sociedad norteamericana. Tuvo siete maridos de ocho matrimonios. Con Richard Burton se casó dos veces.

Elizabeth Taylor  murió a los 79 años después de una vida bien aprovechada y unas actuaciones que  tienen poco parangón en la historia del séptimo arte. Los amantes del cine la recordaremos como una de las personalidades estelares del Hollywood esplendoroso del siglo pasado; como una estrella para la eternidad. Que continúe descansando en paz.