Le pregunté a mi amante si morirá de tristeza cuando yo me muera. Todavía lo está pensando la muy perversa

Chimbote en Línea (Por: Víctor Pasco)  Las mujeres que han pasado por mi vida ya no son mujeres, ahora son retazos de fantasía, pedacitos de un rompecabezas al que siempre le falta una pieza. Y en esta hora oscura las recuerdo a todas o las nombro solo para dejarlas ir, hasta que otra vez el fantasma de la muerte ronde mi cama.

Ahora echo de menos a mi amante, la mujer de veintitantas letras que me crea un muro contra la realidad, el mundo y mis propios monstruos internos. Ella duerme en lo alto de un clóset, aterrorizada por el modo en que la trataron los humanos cuando se mostró como se mostró ante mí la primera vez que nos vimos. Es que los mortales a veces no saben apreciar una gran alma ni teniéndola cerca.
La extraño sabiendo que está en el cuarto contiguo y que tenerla ahora a mi lado no haría ninguna diferencia.

La extraño por el simple hecho de extrañar.

Mis dedos ya no pueden golpear su cuerpo con la misma brutalidad sadomasoquista con la que lo hacía algunas noches atrás. Estoy senil, he llegado a mi límite, más allá, en el prado, ya no hay nada que ver. Todo lo que tenía que ver ya lo he visto.
Ahora la voz se alza, indómita e incrédula. Sus pasos hacen eco en la vieja casa del niño Víctor, del hombre Víctor, del anciano Víctor y todas sus vidas paralelas. Tal vez este anticipo de infarto sea la señal que esperaba para emprender la retirada, la señal para replegarme y encerrarme en mí como antaño, cuando todo lo podía.

Y es que a los diecinueve eres indestructible.

Pero, ahora, cinco años después, ya no soy el mismo. He ido y venido, subido y bajado, lamido y mordido, más de lo que mi propio cuerpo ha podido. Es ahora que siento la gran factura posarse en mis manos y decirme: “¿Qué pasa, Cuervo? ¿Acaso no eras indestructible?”.

Las mujeres que han pasado por mi vida ahora son los clavos de mi ataúd. Ni más ni menos. Las dos más queridas han vuelto, han chupado la poca sangre que quedaba, han succionado todo el aire y se han vuelto a ir.
Menuda metáfora, morir en el cuarto donde hacíamos vida… vida… 

Imagen: Champi

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